Colombia

Dios estaba creando todos los países del mundo, delante de un representante de cada uno. Era el principio de todo, y todo estaba haciéndose. Había llegado la hora de crear los países de América Latina. A cada uno, Dios le otorgaba sus dones.

Creo Chile y dispuso:

-Será un país de una gran cordillera y un noble mar, un país de poetas y vino.

Creó Costa Rica y anticipó:

-Se tratará de un país pacífico, sin razas enfrentadas, lleno de paisajes selváticos, de belleza indomable.

Creo Perú y su decisión fue:

Será el país de una raza indígena superior, y estará lleno de minerales, que lo harán sufrir.

Creó Brasil, luego:

-Imaginó e hizo un país gigantesco, de encuentro de razas, cuna mundial de la música.

Y así sucesivamente, para satisfacción de todos. Al final de aquella tarde, Dios anunció que crearía… a Colombia, pese a que ya estaba cansado, y podría haberlo dejado para el día siguiente. Dios se entusiasmó:

-Será un país con todos los pisos térmicos, tendrá salida al Atlántico en su mejor lugar, el Caribe, así como una larga y bio-diversa costa en el Pacífico. Tendrá grandes montañas, al igual que gigantescas llanuras y suficiente extensión de selva. Tendrá música que representará a todas las culturas, así como en ella habitarán diversas razas indígenas. Estará ubicado en toda la mitad del continente, teniendo contacto con casi todos los países del mundo, sin muchos obstáculos. 

Como Dios seguía agregando dones que triplicaban, por lo menos, los del resto de los países, por aquí y por allá en esa asamblea de naciones por venir, se levantó una oleada de protestas.

El representante de Nicaragua, llevando la voz cantante gritó:

-A nosotros sólo nos dio lagos y poetas, y a ellos todo.

Quejas por el estilo brotaban de cada uno de los representantes.

Venezuela y Argentina se decían en secreto:

-Colombia tiene acomodo [rosca].

El representante de Ecuador, elevando el tono por encima de aquella protesta colectiva, sintetizó:

-Ese país tiene todo lo que todos quisiéramos.

Dios se sacó despacio los lentes, los miró a todos uno por uno, y después con una sonrisa leve en los labios, contestó:

-Si, es cierto, pero esperen a ver la calidad de hijos de puta que voy a poner como colombianos.

*Este cuento lo oí por vez primera referido a Colombia, luego lo leí en el libro ‘Borges para principiantes’, referido a la Argentina. Lo saqué, transcribí y modifique de este último.



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